lunes, 11 de abril de 2016

LA HORA DEL CUENTO.Cuentacuentos





LA HORA DEL CUENTO
Caperucita Roja
Cuentacuentos




¿Cuentacuentos?, ¿Narración con Libro?,  ¿Lectura?...  La verdad es que estuve dudando sobre que estrategia elegir para esta actividad ya que, por muy preparada y concienciada que fuera, exponerte a tus compañeras no tiene nada que ver con estar en clase rodeada de mini ojos abiertos como platos dispuestos a disfrutar sin perderse un detalle.
En fin, en un intento de superación me propuse enfrentarme a mis “vergüenzas” y decantarme por la estrategia que, sin lugar a dudas, más me gusta  por la riqueza que conlleva: EL CUENTACUENTOS.
No sé por qué me da la impresión de que en los últimos tiempos, tanto en casa como en la escuela y en el colegio, abusamos un poco de los “libros-cuentos” y, sin menospreciar en absoluto la importancia que tienen estos, nos olvidamos de lo enriquecedor de los cuentos narrados oralmente, sin imágenes, contando sólo con la imaginación de los pequeños y, porque no, de los adultos también.
Los niños, por lo general, tienen un mundo mágico en sus cabezas que les hace inmensamente GRANDES y que es importante fomentarlo desde todos los ámbitos. Mientras narras oralmente un cuento el niño va imaginando cómo son los personajes, los lugares…. Pues, a diferencia de nosotros, no cuenta con un apoyo visual preconcebido y esto les hace creer en cosas que no se pueden ver ¿no es maravilloso?. Por eso elegí el CUENTACUENTOS, estrategia que, además, me parece de lo más difícil ya que transmitir emociones, sentimientos, mantener el interés de los pequeños, captar su atención…..no es nada fácil ya que hay que tener en cuenta muchísimos factores a la hora de narrar una historia.

El Cuentacuentos es una actividad amena, divertida y que  ayuda a los niños a imaginarse la historia que escucha por lo que potencia su imaginación, curiosidad y creatividad, Además, estimula una comunicación afectiva entre niños y adultos que se sumergen de lleno en una historia, conectan con ella y pasan un rato agradable.

¿Que por qué Caperucita Roja?
Pues la verdad es que fue por varios motivos.
Como decía antes, narrar una historia con el único apoyo de tu cuerpo, es de lo más complicado por eso pensé en recurrir a un cuento folclórico que me diera la confianza necesaria para recordarlo y poder centrarme en otros aspectos que hicieran despertar el interés en los oyentes ( en este caso en mis compañeras que, aun conociendo la historia “de pe a pa”, conseguí que estuvieran intrigadas y sin pestañear durante la narración).
También me pareció bonito recrear un clásico por el bagaje de transmisión oral que tienen. En estos momentos aún no sabía que cuento contar e hice un ejercicio de memoria importante recordando los cuentos que de pequeña me contaban a mí y que, sin lugar a dudas, despertarían emociones que seguro, seguro, me ayudarían a transmitir a los niños ya que los tengo incorporados como oyente desde la niñez.
Por otro lado, los clásicos están hechos para transmitirlos oralmente ya que fueron creados para ello y se han transmitido de generación en generación de esta manera. Son cuentos que han viajado de boca a oreja y de oreja a boca durante años y que además  nos remiten a preocupaciones que no sé por qué intentamos evitarles a los niños: la vida, la muerte, cómo vencer las dificultades que surgen en el camino hacia nuestros deseos…
Utilicé a mis hijos y a sus compañeros para hacer un sondeo de qué cuento resultaría más atractivo y cuando descubrí, con asombro, que cada uno se sabía una versión distinta del final de Caperucita Roja, supe que ese clasicazo sería el elegido.
Como todo el mundo sabe, el cuento de Caperucita Roja ha sufrido infinidad de versiones desde que Perrault lo plasmó en papel en 1697 (se dice que se trata de un cuento que existe desde la Edad Media).

Vale que el cuento que escribió Perrault quizá no sea apto para niños pero no entiendo por qué en la actualidad a todo el mundo le disgusta que el personaje muera y nadie quiere que Caperucita Roja lo pase mal, ni que la abuela acabe en la barriga de un lobo. Comprobé como en los cuentos de los niños nadie muere, de hecho, ya no muere ni el lobo, que se asusta cuando ve al leñador (que aparece al oír gritos) y sale corriendo.

Como las versiones actuales son más dulces y menos trágicas (ahora sólo queda un lobo desconocido, mentiroso y hambriento, que trata simplemente de comerse a la niña porque a la abuela la esconde en un armario) me propuse practicar con ellos la estrategia del cuentacuentos contándoles la versión de los hermanos  Grimm ya que es la que dio popularidad a este maravilloso cuento que compartimos todas y cada una de las generaciones.

Considerando estos aspectos voy a centrarme en preparar la dinámica para niños del último curso de infantil ( 5-6 años).




…..preparación de la estrategia


Para prepararme la estrategia busqué la versión de Caperucita Roja de los hermanos Grimm para cerciorarme de que, efectivamente, es la que he escuchado toda mi vida y no tiene ninguna sorpresa más.

De la historia de los hermanos Grimm apenas cambié nada para adaptarlo excepto alguna palabra poco común en el vocabulario de los niños como por ejemplo “quebrar” e “ingresó en el dormitorio” y remarqué un poco más las descripciones de los personajes para crear con palabras la imagen que los niños dibujarán en su mente:

En vez “Había una vez una adorable niña…” escribí “Había una vez una niña muy bonita y muy buena…..” ( lo bonito lo dejamos a la imaginación de cada uno)

A “ ….cuando se encontró con un lobo” le añadí  “ ….cuando se encontró con un enorme lobo gris”.

Y la casa de la abuelita pasó a ser una casa de madera con un gran jardín debajo de, como dice en la versión de los hermanos Grimm, tres grandes robles, al lado de unos avellanos.

Para que no se me olvide ningún atributo de los personajes, de los lugares, de los objetos…me ha funcionado muy bien imaginármelos yo y así los he interiorizado, de esta forma me dedicaré a recrear esos lugares y a los personajes describiendo la fotografía que tengo yo en mi cabeza.
Lo leí varias veces en voz alta para ver dónde haría pausas para crear misterio, dónde subiría el volumen de voz, dónde utilizaría alguna onomatopeya y que cambios de voz era capaz de hacer para crear  los diálogos entre el lobo y caperucita principalmente.

Lo ensayé yo sola primero y después me busqué público. El público, evidentemente, volvieron a ser mis hijos y sus compañeros y lo hice a sabiendas de que conocían la historia ya que así podría  comprobar si era capaz de captar su atención e interés durante toda la narración utilizando todos esos elementos.

Como lo más seguro es que mi futuro público conozca el cuento de ante mano, me preparé una pequeña introducción para crearles intriga. Y así fue como comencé mi narración ante “mis conejillos de indias”:
Seguro que todos vosotros conocéis el famoso cuento de Caperucita Roja ¿Verdad? ...pero ¿realmente sabéis lo que le pasó a Caperucita y a su abuelita? (en este momento hice una pausa mientras miraba a cada uno de ellos subiendo las cejas mientras me movía entre ellos)
Os voy a contar la verdadera historia de Caperucita Roja…..
“Érase una vez…….” (resulta increíble como aún hoy día estas palabras todavía provoca efectos mágicos tanto en niños como en adultos).

He de decir que funcionó ya que se quedaron persiguiéndome con la mirada y con los oídos bien abiertos hasta que me puse delante de ellos y comencé la narración.



¿Cómo lo haría delante de 25 pares de ojos?

Lo primero de todo sería organizar una buena colocación, en semicírculo, cerca de mí y que me dejara el espacio necesario para moverme, para gesticular o para escenificar. Esto lo tuve claro cuando en nuestra dinámica me vi encerrada entre las sillas sin libertad de movimientos…me sentí como que me faltaba la otra mitad para narrar la historia de una forma cómoda.

La colocación de los niños es indispensable para que el contacto entre ellos y yo  sea directo y pueda provocar en ellos todos los efectos que pretendo.

Contaría el cuento en tercera persona porque me permite ser observador y a la vez partícipe de lo que estoy narrando y porque es la forma tradicional de hacerlo.

Creo que empezaría con la misma fórmula de introducción ya que me funcionó muy bien porque crea un interés en los niños.

No utilizaría muñecos ni disfraces para completar la narración ya que es un cuento conocido y creo que de esta manera conseguiría que los niños se distrajesen y no jugasen con su imaginación que es el principal motivo por lo que he elegido esta estrategia:   estimular su creatividad e imaginación.

Buscaría un tono general para el relato y cambiaría los registros de voz (entonación) en determinadas ocasiones y a los personajes principales: al lobo a caperucita y a la abuela ya que la madre puede funcionar muy bien con mi mismo tono de voz y el cazador serviría simplemente con cambiar el tono.

Como la entonación es muy importante me centraría en  dar la entonación apropiada en cada parte del cuento para que la narración resulte atractiva. Así pues, para crear suspense en los momentos en los que el lobo piensa o cuando entra en la casa de la abuelita utilizaría un tono diferente, bajaría la voz pero por ejemplo, cuando el lobo se lanza a comerse a la abuelita y a caperucita gritaría para mostrar la situación de peligro y miedo. Cuando el cazador saca a caperucita de la tripa del lobo, las palabras que dice la niña las diría sollozando para transmitir el  miedo que ha pasado.

Me he dado cuenta que los gestos también son indispensables durante la narración, ya que, por sí solos, expresan como mínimo la mitad de lo que estás contando. Si el protagonista del cuento está alegre, como cuando Caperucita recoge flores del campo, puedes expresar exactamente esa alegría con la expresividad de la cara y con los gestos de tu cuerpo. Adecuar los gestos, la expresividad es de suma importancia  ya que no es lo mismo un rostro que refleja alegría que un rostro que refleja terror o tristeza.
Incluiría algún gesto gracioso como cara de sorpresa exagerada y por supuesto incluiría onomatopeyas como el “pom, pom, pom” del lobo y caperucita llamando a la puerta de la casa de la abuelita. Esto también lo acompañaría con unos golpes fuertes en una mesa, en el suelo….. Los ojos y las manos también juegan un papel muy importante puesto que con solo mirarles a los ojos atraes la atención y das intriga a la acción. Si esto además lo acompaño de alguna pregunta que les involucre en la narración como por ejemplo ¿y sabéis que pasó?, seguido de un silencio, crearé un clima de expectación en el que ellos se adelantarán a los acontecimientos imaginando lo que pasará y probablemente alguno me diga eso de: “¡¡se escondió en el armario!!”, “pues no, diré yo con toda la calma….¡¡se la comió de un solo bocado!! Diré gritando y mirándoles fijamente….”

El “preparar” repeticiones me dio muy buenos resultados en la preparación porque ellos se sintieron partícipes de la narración por lo que creo que sería un buen elemento a utilizar:

“….y mirándole las orejas dijo: Abuelita, abuelita ¡¡que orejas tan grandes tienes!,…..y mirándole los ojos dijo: Abuelita, abuelita ¡¡que ojos tan grandes tienes!” (podemos utilizar un gesto de escucha por nuestra parte para incentivar esa repetición).

Resumiendo podría decir que las  claves que utilizaría principalmente serían: No acelerarme al narrar, tomarme mi tiempo (cosa en la que creo que fallé en la dinámica de grupo). Respirar, hacer pausas, pronunciar de forma clara las palabras y sobre todo, deja que se deleiten con mis palabras y dales tiempo a que visualicen todo lo que va ocurriendo en la narración.



Y después de todo esto…..

¿Cómo lo hice delante de Leo y Gabriela?


Pues sinceramente no tuve la misma sensación que en casa cuando se lo conté a los niños. No me sentí con la misma libertad, me podía la vergüenza de ser observada por ojos adultos y la preocupación de molestar al resto de grupos.

Aun así, intenté cuidar la entonación y sobre todo la expresividad de la cara ya que el espacio, entre otras cosas,  me impedía moverme con soltura. Tanto Leo como Gabriela siguieron la narración tan atentas como lo hicieron los niños ¡¡hasta se asustaron de verdad!! ( ellas y toda la clase …jiji). Esto me encantó porque, a pesar de que ellas conocían esta versión, conseguí que no dejaran de mirarme ni un solo momento. Las dos estuvieron de acuerdo en que la entonación y la expresividad les ayudaron mucho a hacerlo aunque tengo que decir que “me miraron con buenos ojos”, lo podía haber hecho mejor.

Fallé en que varias cosas, entre ellas en la rapidez con la que lo conté  y en que en ese momento decidí ampliar la historia con una “supuesta segunda parte”  donde desgranaba la moraleja ¡¡error!!. Conseguí alargarlo más de la cuenta sin llegar a ningún sitio. Ellas me lo corroboraron también después.


Autoevaluación


Con esta práctica me he dado cuenta de lo importante que es preparar bien, bien, bien la narración por mucho que conozcas el cuento.

El ensayar en casa con un público “tan entregado” me hizo darme cuenta de aspectos tales  como las partes que no recordaba por querer decirlas igual que el texto (fallo), las expresiones que no son adecuadas para la historia, la falta de fluidez de expresión que tuve en algunas partes…

Delante de mis compañeras realicé una narración entretenida respetando la estructura del cuento y utilizando elementos básicos de la técnica del cuentacuentos que me ayudaron a finalizar la actividad consiguiendo la atención que buscaba.

Todo lo que hice mientras contaba el cuento funcionó tanto con los niños como con mis compañeras en clase ya que estuvieron atentos, se asustaron, se intrigaron….y aunque, por los nervios, por la diferencia de público y por la falta de espacio para moverme en la dinámica de clase, no me salió como esperaba, creo que llegué a una fórmula adecuada para contarlo delante de 25 niños de 5 años en clase



                                     Y no quería terminar esta entrada sin darle un homenaje a esta niña tan adorable, como escriben los hermanos Grimm.....

Aquí va un pequeño resumen de cómo han pasado los años para ella sin que hagan mella en su personaje:

    Se dice que se trata de un cuento que existe desde la Edad Media que fue pasando de boca a boca hasta que Perrault lo plasmó en papel en 1697.
    
 En esa versión Caperucita Roja y la abuela son devoradas. El lobo, tras haberse comido a la abuela, mantiene con la niña uno de los diálogos más conocidos dentro de un cuento, que no es otro que el “abuelita, qué orejas tan grandes tienes…” y al final, con el “para comerte mejor”, simplemente se la come.

A partir de ese cuento aparecieron diferentes versiones, algunas aún más macabras y otras más suavecitas, como una que apareció en Reino Unido allá por 1840, en la que se introducía la figura del padre de la niña que, junto a otros leñadores y tras oír los gritos de Caperucita Roja, dan muerte al lobo.

En esa misma época, en Francia, una avispa aparece cuando el lobo está a punto de comerse a la niña y le pica en el hocico. El dolor le hace salir de la casa gritando, con tan mala suerte que aparece un cazador que lo mata al dispararle una flecha.

A finales del siglo XIX, también en Inglaterra, se puede leer la que probablemente es la versión más siniestra, ya que el lobo invita a Caperucita a comerse la carne y la sangre de su abuela.

Los hermanos Grimm, por su parte, decidieron salvar no sólo a Caperucita sino también a la abuela. Por eso escribieron un final en el que el lobo, tras comerse a la abuela y a Caperucita Roja se queda dormido roncando. Sus ronquidos son tan fuertes que un cazador se acerca a la casa, donde enseguida se da cuenta de lo que ha pasado y le abre el abdomen al lobo, salvando a la niña y a la abuela.

Caperucita Roja es sin dudas un ejemplo claro de que las historias persisten a través del tiempo pero, más importante, de que éstas son diferentes cada vez que alguien las cuenta….